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jueves, 29 de octubre de 2009

Saturnino Esquer: Presentación del libro Reyes y Ases del Beisbol



Presentación del libro Reyes y Ases del Beisbol
Elia Casillas


23 textos, 120 páginas, prosa y poesía escrita entre noviembre del año 2000 y julio del 2008, según la fecha que aparece al final de cada texto, para evocar instantes de la vida de 5 Pitchers: Francisco Campos, Óscar Rivera, Miguel del Toro, Luis Bustillos y Mercedes Esquer; 5 Shortstops: Mario Mendoza, Vinicio Castilla, Javier Robles, Benjamín Gil y Juan José Pacho; un segunda base: Fernando Villescusa; un tercera base: Aurelio Rodríguez; un catcher: Gerónimo Gil; un primera base: José Tolentino; y un jardinero: Andrés Mora. Seguramente en su intervención la autora nos explicará cuál fue el criterio para elegir tanto a los personajes como al género literario; porque en cuanto a los personajes, sólo incluye a un jardinero y no aparece ningún bateador designado. En cuanto a los géneros literarios, Elia recurre a la narrativa, en forma de cuento y relato; y a la lírica, que es lo que conocemos como poesía. Para conocer mejor la génesis, es decir, el origen de los textos; cómo funciona el proceso creador de un escritor, seguramente ella nos dirá por qué optar con algunos por la poesía y con otros por la prosa.

Además de los jugadores, la autora incluye a un cronista deportivo: Alfonso Araujo Bojórquez; Luz Elda Estrada, la primera mujer manejadora en nuestro municipio; las esposas de algunos jugadores, Mariel, la hija de Fernando Villaescusa y un texto dedicado a las desgracias y sin sabores de aquellos jugadores que se han enfermado o ha caído en adicciones sin contar con el apoyo para superar sus crisis existenciales. Sin faltar un manual para hacer un homenaje en el beisbol mexicano y la historia de un niño gordito que se convirtió en el alma del equipo de Guasave arropado por todos, pero en especial por Creighton Gubanich, Greg Martínez y Brad Saizer..

8 de los 23 textos son muy cortos, de apenas 2 cuartillas; 5 tienen 3 páginas; 4 tienen 4; 1,5: 3, 6 y el texto más largo, de 20 páginas, es el dedicado al pitcher Luis Bustillos, que está escrito de principio a fin en forma de diálogo, a través del cual el pitcher, enfermo de cáncer, trata de convencer a la Parca de que no le marque el tercer strike, para lo cual le propone jugar su vida en una partida de ajedrez.

La mayoría de los protagonistas de este libro aún viven, pues sólo Aurelio Rodríguez, Miguel del Toro y Fernando Villaescusa han fallecido.

El tema de la muerte, en mi opinión, es muy importante en el libro. Aparece en el texto de Luis Bustillos, en el de Miguel del Toro, Fernando y Mariel Villaescusa, en el de Javier Robles y en el de los jugadores que han caído en desgracia por enfermedades o adicciones. Es un tema muy ad hoc con la fecha en que se está presentando el libro puesto que estamos en el proceso de preparación hacia el día de muertos y considero que ocupa un lugar muy especial para todos; y eso le gusta mucho resaltarlo al Prof. Lombardo Ríos con la actividad en los tres museos que integran el Sistema Municipal de Museos.

A través de sus 23 textos, Elia nos acerca al mundo interior de los peloteros, a eso que no se advierte en un campo de béisbol, donde sólo se aprecia la magia y la espectacularidad de las grandes jugadas: las atrapadas, los robos de base, los squeze plays, los cuadrangulares espalda con espalda, los triples; y por qué no, el sabor amargo de los errores, las pifias, los balks, sobre todo aquellas fallas, que para muchos aficionados, desde la comodidad de un asiento, parecen increíbles o demasiado infantiles para cometerse.

Elia Intenta atrapar las vivencias que son significativas para los jugadores, tanto en el terreno de juego como en el más íntimo rincón de sus hogares y busca recrearlas a través de las palabras y de la imaginación; para ofrecernos, a la manera de esas extraordinarias jugadas de antología, narradas magistralmente por los más reconocidos cronistas deportivos, fragmentos selectos de los hombres de carne y hueso, que han dedicado su vida al deporte del bat y las pelotas.

En el intento de rescatar sólo algunos de los momentos poéticos del libro, hablaré en primer lugar de dos jugadores de los que Elia hace referencia a su infancia; dos inmortales del béisbol mexicano comos son: Vinicio Castilla y Mario Mendoza.





En el caso de Vinicio, evoca el episodio, al lado de su hermano Carlos, por un guante que no se encuentra en donde debería y que nos hace pensar en la angustia que debe sentir un beisbolista cuando extravía o le hurtan su guante más querido. Elia dice: “En ese momento supo que para un jugador no existe bálsamo cuando extravía su manopla”.

De no ser por el libro, jamás me hubiera enterado de que a Vinicio Castilla le decían el OAXACA (así, como se oye, a decir de la autora); ni hubiera penetrado en sus pensamientos: “Cuando la adrenalina de una atrapada estuvo ahí, haciendo chispas y el dolor de la mano se confundía con el aplauso. En aquel tiempo, empezaban las callosidades que deja la pelota, huella ineludible que lo formaría como especialista en el oficio.

En el caso de Mario Mendoza, asistimos a lo que los psicoanalistas le llamen el “rito de iniciación” de un héroe. Podemos imaginarlo de pequeño cuando: “si algo le sobraba al río eran piedras, justo lo que él requería para sus batazos. Entonces se apresuró, el arroyo lo esperaba. Un palo cumplía las veces del bat, y en ese baldío iba sin el riesgo de llevarse los cristales de alguna casa. El sonido del agua hacía burbujas en pies y manos, los pájaros eran el canto que llegaba del aire, junto con murmullos de insectos y plantas sobrevivientes del frío: seduciéndole. Estaba enamorado del lugar donde la naturaleza hizo su gran variedad de verdes, en contraste con el café intenso de la tierra y piedras de distintos grises. A lo lejos, un resplandor que no lograba ubicar, llamó poderosamente su atención. Acercándose, poco a poco llegó, ¿y…? un ¡spike! Un zapato de béisbol con los ganchos de cara al sol, un spike abandonado yacía ahí. Volteó a todos lados, quería estar seguro de que era el único dueño. Él lo encontró, ¿o…? Más bien, se habían hallado, le pertenecía, porque a veces la vida deja el motivo tan cerca, para que cada quien tome calle y esa oportunidad era suya, así lo entendió.

En el pasaje pueden apreciarse algunas características del cuento, especialmente la intensidad; y el juego con el lenguaje permite vivenciar la narración que despierta las sensaciones y los sentimientos de los lectores.
En un texto literario encontramos imágenes, ya que el lenguaje no se ocupa sólo de contar acciones sino que las embellece y busca proyectar emociones que toquen la sensibilidad de las personas.


Para presentar a Francisco Campos Machado que se vio precisado a cambiar la posición de receptor por la de un exitoso lanzador, recurre a manera de epígrafe a unos versos del poeta Alma Fuerte, que deberían ser la motivación no sólo de beisbolistas y practicantes de cualquier deporte, sino de todo ser humano:
No te des por vencido
ni aún vencido,
no te sientas esclavo
ni aún esclavo;
trémulo de pavor,
piénsate bravo
y arremete feroz
ya mal herido.

Es decir, que aunque estemos contra la pared, con el viento en contra y perdamos por 10 carreras a cero, en la siguiente jugada siempre debemos hacer nuestro mejor esfuerzo, porque como decía Boc Canel: “Esto no se acaba, hasta que se acaba”. La frase encierra toda una enseñanza de vida, porque como dijeran algunos filósofos: deberíamos vivir cada día y cada instante, intensamente, como si fuera el último. No sabemos si hay un mañana y es una total necedad ocuparnos de un pasado que ya no existe. El presente es nuestro único regalo

La imagen de Javier Robles, de vocación futbolista, pero convertido en beisbolista por una decisión fraternal del corazón, es muy elocuente:

Abandonaste en muralla de pesares el balón de patadas, la pelota que te llevó a mundiales donde te imaginabas vitoreado por el gol. La portería es parte de la novela que no escribiste, Javier. Un tigre se habría en el trayecto con bolsa de promesas, y el lápiz apresuró el pliego para tu cuento de oro. Una final; un gallardete tus piernas, y el bat, la contraseña que buscabas.








El único texto donde Elia hace referencia a un partido de béisbol son los breves segundos de una jugada cerrada en home, con el yaqui Gerónimo Gil y el tomatero Melvin Nieves, como protagonistas, y una amenaza de bronca, algo que siempre anima a los fanáticos. Esta es la escena:

Y se lanzaron al aire, dos Halcones en choque, cuerpos midiendo hambres, dos almas aterciopeladas en lidia Divina, pelearon el plato de nadie. Melvin, con los pies de frente, rasgó la tierra, rompiendo el viento con fe en sus piernas, desafió el brazo del jardinero… pero Gerónimo lo esperaba, una muralla su hechura, puso cerrojo en la entrada. En las piernas un buen freno, sus espíritus opuestos encresparon las miradas y sin restarse importancia, conservaron pretensión de peloteros. En el oído, los gritos ya eran polvo de otro juego y deslizaron amores encontrados, corazón por un tatuaje en Tierra de Yaquis, el otro era Tomatero. Gil, vencido por el peso cubrió a Melvin, el codo dejó una marca por donde sale la cara, detrás de Gerónimo, el Juez hizo malabares con el destino, cerró el puño con voz de trueno, marcó “¡Fuera…!” Se liberaron las bancas. De algún lugar, una voz vino:
- No pasa nada, fue jugando -


Alfonso Araujo Bojórquez, es uno de los cronistas deportivos más reconocidos en todo el país. Miembro del Salón de la Fama del béisbol, por medio de la prosa poética nos acercamos a su singular personalidad.
Dedos del tiempo mueven el ajedrez , y tu campo volador arma el rompecabezas del planeta; el niño de tu esférica hace entre sien y sien un juego, diez juegos, mil juegos. Te conmueven cuatro almohadillas y en la barda del firmamento dejas un archivo de huellas; jugadores que intrigaron la agudeza de tu cerebro, almacén de recuerdos limpios, laberinto de tornasoles, vaivén de palabras donde el carrete de tu voz, es una red de epopeyas fantásticas. Y nos lleva en el gusano multicolor de una liga; a veces entre Naranjeros, y en Águilas donde el desierto hace su nido, con Mayos amartillados en Algodones, Cañeros y Tomateros, con el Venado que entona su Mazatlán querido, y el Yaqui revienta con voz de tenábari. En ese chinchorro vives Araujo Alfonso. Un parque de fantasmas te inmortalizan, en el historial de los pies que te persiguen desde las revistas, que orquestaban glorias y descalabros. Héroes de un puño de letras, un cuento largo, y el polvo brillante de tu memoria. Enciende la pizarra de tu vida, un plato favorito, cuadrangular con casa llena, y tres juegos perfectos te nombran: El Elegido.

Sin duda, Elia, a través de su inspiración, ha querido hacerle un reconocimiento y darle un lugar a algunos de los jugadores con los que ha convivido; pero definitivamente el último homenajeado del libro es el primero en su corazón: Mercedes Esquer es leyenda que dejó recuerdos imborrables en la mente de muchos aficionados al beisbol; es cómplice obligado de muchas de estas historias que nos presentan un ángulo distinto del Rey de los Deportes.

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